A lo largo de la
lectura del libro se analiza el modelo de Enseñanza Centrada en el Alumno y su
Aprendizaje (ECAA), y hemos podido ver las características que caracterizan
dicho proceso y extraer nuestras propias conclusiones. La entrada que hoy
publico refleja una reflexión de mi práctica como docente.
Después de “autoaplicarme” un instrumento del libro y
responder a varios ítems del cuestionario, he podido reflexionar sobre qué es
aquello que me mueve como docente.
Mi puntuación extraída en cada escala se asemeja bastante a
la media óptima, por lo que considero que mis ideas sobre la práctica docente
son las mismas que una enseñanza centrada en el alumno y su aprendizaje. Así
pues, los ítems que han priorizado de manera positiva en mis puntuaciones son
las de la Escala 1, en cuanto a aprendizaje centrado en el alumno y su
aprendizaje se refiere. No obstante, considero que saber la teoría no implica
saber ponerlo en práctica. Es decir, que muchas veces tenemos una imagen ideal
sobre qué es ser un buen docente, pero no siempre lo realizamos así.
De cara a un aprendizaje más cercano con los alumnos, lo
importante es que el profesor establezca relaciones afectivas con sus alumnos
para que éstos se sientan más motivados. Así pues, el docente ideal también debería
dejar actuar a los alumnos, pero no por sí solos, sino guiándoles durante su
tarea y adaptando la enseñanza a las necesidades del grupo de aprendizaje. Se
trata pues, de hacerles responsables de su propio proceso de
enseñanza-aprendizaje, pero dándoles una retroalimentación para que puedan
descubrir sus propios errores en el proceso.
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