jueves, 14 de febrero de 2013

Evaluación


En el modelo de una Enseñanza Centrada en el Alumno y su Aprendizaje (ECAA), la evaluación, al igual que las actividades, ha de ser auténtica. Tiene que garantizar el grado de adquisición del conocimiento, su comprensión y el nivel de aplicación de las estrategias de aprendizaje.
Es tendencia que los profesores no se encuentren cómodos con este tipo de evaluaciones y tiendan a utilizar las tradicionales medidas estandarizadas.

Todavía no soy profesora, pero me gustaría dar un ejemplo de lo que es para mí la evaluación y qué tipo de medidas emplearía:
Para empezar, una buena evaluación  ha de basarse en problemas de la vida cotidiana, que  a los alumnos les resulte familiar, y por tanto, útil. Han de ser capaces de integrar los conocimientos teóricos y ponerlos en práctica en la vida diaria. El profesor no sólo tiene que tener en cuenta los resultados, sino todo el proceso que cada alumno lleva a cabo para conseguir dichos resultados. Así pues, no nos basta con evaluar los resultados al final de la tarea, sino que tiene que darse una evaluación inicial previa, una evaluación durante se realiza, y una evaluación de los resultados finales.

En el área de Matemáticas convendría realizar problemas que al alumno le resulte familiar, cercano. A la vez que tenga que aplicarlo a su vida cotidiana. Así por ejemplo, en la propia aula se puede aplicar el concepto de la suma y la resta simulando la compra en un supermercado, o los porcentajes para comprarse ropa en un centro comercial, etc. Se trata de hacerles ver que todo aquello que aprenden en las aulas les sirve para aplicarlo en la vida real.

Conozco un caso en el que un niño presentaba severas dificultades  para realizar problemas con multiplicaciones. Así pues, la profesora decidió hablar con los padres para conocer los gustos del niño. Resulta que dicho alumno tenía una gran devoción por el Osasuna. La profesora, muy astuta, preparó ejercicios de problemas personalizados para él, donde  el contexto era el fútbol y los protagonistas los jugadores del Osasuna, los cuales conocía “de cabo a rabo”. Y así fue cómo la profesora consiguió que le gustara realizar problemas de matemáticas.


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